Los hoteles en pueblos pequeños monopolizan los ingresos económicos. Una descentralización de la infraestructura hotelera, permite una mejor redistribución de ganancias entre las familias que conforman la población receptora. La propuesta, que aplica a poblaciones que cuenten con menos de mil habitantes, consta de cuatro ejes: (1) el pueblo entero se convierte en hotel, con una casa funcionando a modo de recepción en la plaza principal y con las casas de los habitantes como habitaciones, (2) el turista participa de las actividades productivas de la familia receptora (fabricación de vinos, quesos, dulces, cría de animales, siembra y cosecha etc.), (3) el turista cambia de habitación durante su estadía (esto le permite aumentar su nivel de experiencias), (4) para el noroeste argentino, se revaloriza la práctica de aprovisionamiento de agua en vasijas cerámicas (la experiencia de tomar agua fresca desde el cántaro y no desde la heladera). Se pone en valor patrimonio natural y cultural.